Estrenamos abril con una de las guerreras sin la cual nada verdaderamente bueno se puede alcanzar. Es curioso que haya caído en el domingo de Resurrección. ¿Será que cuando a veces parezca el fin, solo toca volver a empezar?
La dibujé como una mujer poderosa, dispuesta a subir a una gran montaña, pero tan segura de la verdad y el poder de su objetivo que aunque a veces se agote no pierde la sonrisa.
Porque sin la voluntad de esta dama no consigo realizar nada que valga la pena. Esforzarse es poner el brío en hacer las cosas que sé que son positivas, aunque en ocasiones no me resulten fáciles o placenteras.
Esta Guerrera de la Luz, la que no se rinde, me recuerda que mi gran aliado, desde el principio, es pensar: Yo puedo. Si no creo en mí, ni confío en mi objetivo, no querré hacerlo ni invertiré suficientes arrestos en ello.
Gran enemiga es la pereza. La pereza de postergar y también la pereza de afirmar yo no soy capaz, que suele ser excusa para no volcar la energía necesaria hacia donde pretendo llegar.
Cuando mi motivación es grande, por muy difíciles que se pongan las cosas, no cejaré hasta conseguir lo que me he propuesto. Y a la vez sabré detectar los necesarios momentos de descanso.
El esfuerzo entusiasta es semejante a la armadura que se pone una guerrera antes de la batalla, ya que siempre cabe el riesgo de resultar herida. Si tuviera un temor insuperable a recibir cualquier golpe, no se dignaría a luchar.
Con esta imagen en mente me pertrecho frente a los retos sin temor ante la adversidad. Imaginar lo peor, te ayuda a atravesarlo, afirma esta luchadora. Además, el dolor no resulta al final tan grande como el imaginado.
Cuando tengo un objetivo claro consigo esforzarme con entusiasmo. Por eso tengo que buscar aquello que me mueve y me aporta de verdad. Tener seguridad en mí misma e ir a por ello sin demora.
¿Conectas con la fuente de tu energía para realizar tus anhelos?
Escribe un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!