Cuando una mujer entra en la madurez, plena de vehemencia y generosidad, puede aprovechar ese ímpetu para revertir lo que ella ha recibido de la vida. Ponerse al servicio le hace valorarse y apreciar la existencia, y empieza, en primer lugar, por darse a una misma un cuidado atento y cariñoso.

Ilustración: «El abrazo. La Mujer Sabia es compasión». Acrílico sobre papel hecho con amor por Elena Caballero.

Como estamos viendo en la serie de Las Mujeres Sabias que hay en Ti, a medida que crece la experiencia vital, las mujeres desarrollan un mayor sentido de la compasión, que podríamos definir como una corriente de empatía por la infelicidad de los demás y un deseo de querer aliviar su sufrimiento.

Cuando llegamos a la edad madura es posible que nuestros padres, si aún viven, se hayan hecho viejos y dependientes, y nuestra relación con ellos cambia. Ellos, u otras personas cercanas, pueden activar nuestra capacidad de aceptación, de escuchar con empatía, sin juicios. Esa capacidad debe ser puesta en primer lugar ante nosotras mismas, para abrazarnos tal y como somos hoy.

Con compasión podemos convertirnos en alguien “más grande” capaz de abrirse y sostener nuestro propio dolor, y el dolor y la posible rabia o temor de los demás, y sólo sentir comprensión, bondad y ternura.

 

¿Cómo puedo ser más útil AHORA con lo que tengo y con lo que soy?

 

 

 

 

 

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