Andamos con el calor del verano ya en el hemisferio norte en este mes de julio. A la hora de idear el proyecto Cuerpo de Mujer, la tripa se me presentó como ese lugar un poco conflictivo con el que pocas personas están contentas. Se me ocurrió que sería bueno recordar que es en esa zona de nuestra anatomía, donde podemos encontrar el estado de nuestra fuerza interior.

Ilustración: «La tripa, el espacio de mi guerrera.». Acrílico sobre papel hecho con amor por Elena Caballero.

¿Qué le pasa a mi tripa? ¿Por qué no es tan tersa como la de las mujeres de los anuncios?

Quizá sea por su extraordinario tejido, capaz de dilatarse hasta envolver toda la vida que es capaz de engendrar una mujer. Es ahí donde pueden ir también algunos de los kilitos de más, cuando tenemos dificultad en dar con el equilibrio entre lo que comemos y lo que quemamos. Por ese motivo, muchas veces, se desata nuestra relación amor-odio con esta zona.

La insistencia de la publicidad y de las imágenes en esculpir la anatomía femenina, es muy parecida a la locura de esquilmar bosques y capas de la tierra, hasta dejarla en los huesos. Y somos nosotras las únicas que podemos evitar que se haga lo mismo con nuestros cuerpos.

Todas tenemos que reeducar la mirada para ver la belleza intrínseca de la mujer cuya imagen no esté manipulada ni mejorada por un frío programa de ordenador. Cuando despiertes, verás este tipo de hermosura por todas partes y en todas las mujeres, empezando por ti.

En la zona abdominal se localiza el tercer chacra o punto de energía vital, símbolo central de la capacidad de acción, el coraje y la voluntad. Lo que pasa por nuestro estómago influye en el ánimo y en nuestros pensamientos. Por ello, más allá de las dietas milagrosas, al comer, guíate por tu propia sabiduría y sentido común para velar por este, tu otro cerebro.

Una afirmación como El poder reside en mí puede fortalecer esta zona y darnos autosuficiencia para reconocernos y aceptarnos, sin importar si respondemos o no a los cánones establecidos.

No olvidemos que una forma de querernos más y aceptarnos es cambiar nuestra mirada hacia nosotras mismas, con menos exigencias y más disfrute. ¡Pesa tanto el no quererse! Arriba esas camisetas y a recibir en el ombligo el temprano sol de la mañana, eso es medicina.

 

¿Y tú, miras a tu tripa con el cariño que se merece?

 

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